Me hace especial ilusión escribir esta entrada que representa un paso más en mi trabajo, un avanzar en mi mejora como persona y como profesora de yoga. Un reto que acepto encantada.
Mi objetivo desde que comencé a trabajar con el cuerpo ha sido acompañar y ser testigo de los aprendizajes de cada persona; ha sido enseñar a ser pacientes e intentar dirigirnos a nosotros mismos con delicadeza; demostrar que la atención en la respiración no es un sacrificio, sino un premio… que la escucha sin prisa da lugar al descubrimiento de lugares secretos dentro de uno (lugares sólo de uno).
Poco a poco, sorprendentemente se ha creado un grupo de alumnos y alumnas que me han animado y pedido un tiempo más largo y reservado exclusivamente para el yoga. Organizar un retiro con el objetivo doble: 1- convertir un tiempo limitado en infinito; 2- priorizar la práctica de estar con uno mismo, el hábito de respirar para tí y desde ti, la extravagancia de abrir espacios exclusivos para cada uno de nosotros (fuera de nuestra rutina y pose al exterior).
De esto se trata, y así está pensado, tiempo para la práctica que amo y me humaniza: el ashtanga; y tiempo para la práctica que me facilita vivir a este y en este ritmo: el yin.
Tiempo para el silencio, para el canto y el estremecerse, tiempo para recuperar lo sagrado y mover las moléculas que forman nuestro cuerpo con la vibración del sonido, para apreciarlo con ojos, oídos y piel… Tiempo para alimentarnos bien, para apreciar las sutilezas de quien tengo enfrente, sus tejidos, sus latidos, sus pulsos, sus silencios…. En definitiva…tiempo para hacer las cosas de otro modo.
Este formato de fin de semana me da la oportunidad de tener cerca a todas aquellas personas que viven en cualquier otra ciudad y que en este tiempo han tenido interés en mi trabajo y me han hecho diferentes consultas: Madrid, Toledo, Logroño, Valencia, Coruña… Desafiando las fechas, y confiando en lo que vendrá, marqué en el calendario el Puente del Pilar para este retiro, una oportunidad maravillosa para hacer algo diferente.
Me lanzo porque juego con la gran ventaja de contar con uno de los espacios más maravillosos que conozco. Un lugar que ha sido casa desde la primera vez que lo pisé hace más de tres años ya. Gestionada por unos amigos con letras grandes, bonitos hasta no poder más: la Masía Can Camps . A muy poquita distancia física real de Barcelona pero a años luz de la vida en la Ciudad Condal.
¡No tienes excusa! o puede que sí, pero estás a tiempo de organizarte.
Así que aquí dejo constancia de lo que vendrá y más adelante: un enlace con la información más funcional del taller, la organización horaria y la propuesta de trabajo corporal basada en yoga en general y en cada uno de nosotros, en detalle.